Winnicott, el tratamiento de Ada de 8 años con conducta antisocial

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Dentro de las diversas aportaciones de Winnicott a la técnica y a la teoría desde el psicoanálisis, se encuentra una comprensión de la conducta antisocial. Para su estudio clasifica las fallas del ambiente en dos:  privación y deprivación; distingue dos tipos de esta última. En el año 1956 deprivación simple y deprivación verdadera, y en 1967 una deprivación referida a la pérdida de un marco o pérdida de los controles y otra derivada de la pérdida del objeto.

Ada es llevada a consulta a causa de sus reiterados robos (1965). La enuresis no les preocupaba a los padres. Estaba condicionada su estancia en la escuela. Como vivía muy lejos, el recurso era la consulta terapéutica. Como a Winnicott le interesaba que la niña “le abriera su corazón”, la vio directamente sin haber entrevistado antes a la madre. Estaban presentes dos asistentes sociales psiquiátricos y un visitante. En la mesa que se sentaron habían varias hojas de papel de tamaño pequeño, un lápiz negro y una caja con lápices de colores. le explica que tiene 8 años, que tiene una hermana mayor de 16 años y un hermano de 4 años y medio. Dijo que le gustaría dibujar pues ese era su pasatiempo favorito. Es importante destacar que esta consulta terapéutica por medio de dibujos es diferente a la de otros casos tratados por D.W. Winnicott por medio del garabateo.

Dibujó varias flores en un florero, y otro dibujo con una lámpara que colgaba del techo frente a ella, otro más con una hamaca instalada en el patio de recreo, con el sol y algunas nubes (dibujo 3). Estos 3 dibujos los refiere Winnicott como de poco valor ya que carecían de imaginación, son figurativos; sin embargo le llama la atención las nubes por su relación con lo que prosigue.

Luego dibujó un lápiz: “ ¡Oh, Dios mío¡- exclamó-. ¿No tiene una goma de borrar¡ Es cómico…algo anda mal en él”, le contestó el analista que si estaba mal hecho podría modificarlo, lo hizo y expresó “Es demasiado gordo”

  • Cualquier analista que lea esto ya habrá pensado en varios tipos de simbolismos y en diversas interpretaciones posibles. En este trabajo las interpretaciones son escasas y, como se verá, se reservan para los momentos significativos. Por supuesto, uno tenía en mente dos ideas: un pene erecto o el vientre de una mujer embarazada. Hice algunos comentarios pero ninguna interpretación(305).

Dibuja una casa con sol, nubes y una planta florecida, donde Winnicott vuelve a destacar las nubes (dibujo 5). Le pide si puede dibujar una persona, dibuja a su prima mientras dice: “No puedo dibujar manos”.

  • A esta altura de la sesión yo confiaba cada vez más en que saldría a relucir el tema de los robos, por lo que pude apoyarme en el “proceso” de la propia paciente. De allí en adelante, lo importante no era precisamente lo que yo dijera, sino que me adaptara a las necesidades de la niña y no le pidiera que ella se adaptara a las mías.
  • El ocultamiento de las manos podía relacionarse con el tema del robo o el de la masturbación; ambos se relacionaban entre sí, por cuanto el robo sería una actuación compulsiva de fantasías de masturbación reprimidas. (El dibujo de la prima contenía una nueva indicación de embarazo, pero este tema no adquirió significación en esta sesión. Nos habría conducido al embarazo de la madre de Ada, cuando la niña tenía 3 años) (305).

Ada  explica “Está escondiendo un regalo”. “¿Puedes dibujar el regalo”, le pregunta el analista; dibujó una caja conteniendo pañuelos (dibujo 7). “La caja está torcida” dice Ada. “¿Dónde compró el regalo” pregunta el terapeuta. Realiza el dibujo 8 que es el mostrador de John Lewis, una de las tiendas principales de Londres, al que Winnicott llama la atención al lector sobre la cortina que cae en el centro del dibujo. Le pregunta por qué no dibuja a la señora que compraba el regalo, con la intención de “poner a prueba su capacidad para dibujar manos”.

El dibujo 9 contiene una mujer con las manos ocultas vista desde atrás del mostrador. Desde que la imaginación participó, observa Winnicott hace notar que los trazos son más fuertes.

  • “Me gustaría mucho ver a la señora de espaldas”, dije y Ada dibujó [el dibujo] 10. La niña quedó sorprendida ante su dibujo, y exclamó: “¡Oh¡ Tiene brazos largos como los míos; está tanteando en busca de algo. Lleva un vestido negro de mangas largas; es el que tengo puesto. En otro tiempo perteneció a mamá” (308).

Los dedos le recordaban a Winnicott el lápiz demasiado gordo; no formula ninguna interpretación. No sabía con certeza cómo evolucionaría la sesión, piensa si esto sería todo lo que obtendría de Ada. Durante una pausa le pregunta sobre las técnicas que utilizaba para dormirse, pensando el cambio entre la vigilia y el sueño y en las dificultades de los niños con sentimientos conflictivos respecto a la masturbación. Dibuja con cariño el oso diciendo “ Tengo un oso muy grande”, le cuenta que también poseía un gatito de carne y hueso, que al despertar por la mañana lo encontraba sobre su cama; le habla de su hermano que se chupaba el pulgar. El dibujo 12 incluye la mano del niño con varios pulgares para chupar, a lo que Winnicott nos comenta:

  • Obsérvense los dos objetos, parecidos a los pechos maternos, que ocupan el mismo lugar donde había nubes en dibujos anteriores. Tal vez esta figura incluía recuerdos del hermano cuando era bebé, tendido sobre el cuerpo de la madre, cerca de sus pechos. No hice ninguna interpretación (310).

Señala que el ritmo del trabajo conjunto decayó, como si se mantuviera en suspenso; mientras va dibujando “un altimista orgulloso”, acababa de ser escalado el Everest por Hillary y Tesing. Winnicott en vez de formular interpretaciones establece un nexo entre el dibujo y los sueños: “ Cuando sueñas, ¿sueñas con escalar montañas y otras cosas por el estilo” (311) . Ada le relata un sueño que Winnicott califica de embrollado, se lo relata y ella lo define como una pesadilla desagradable, al despertar corrió al cuarto de los padres y se metió en la cama de estos el resto de la noche. Evidentemente, explica Winnicott, Ada estaba describiendo “un agudo estado de confusión”. “Este fue quizás el punto central de la entrevista o el llegar a lo esencial de su experiencia de enfermedad mental. De ser así, el resto de la sesión podría considerarse un cuadro de recuperación a partir de ese estado de confusión” (312). Realiza el dibujo 14 que Winnicott olvida qué representa; mientras dibuja “una aspiridista” hablaba de arañas, de otros sueños en los que “bajaban ejércitos enteros” de escorpiones punzantes encontrando uno enorme sobre su cama.  El dibujo 16, uno confuso, mostraba “una mezcla de casa común (morada fija) y casa rodante (hogar móvil, que le recordaba las vacaciones familiares”(312). El dibujo 17 es una araña venenosa. A pesar de que Winnicott piensa que la araña tiene características con la mano y que posiblemente simbolizaba “a la vez la mano masturbadora y los genitales femeninos, así como el orgasmo”(314), no hace interpretaciones. Le pregunta cuál sería un sueño triste a lo que Ada contesta: “Alguien resultó muerto…(sic)mamá y papá, pero los dos volvieron a ponerse bien”, luego le dijo:

  • “Tengo una caja con 36 lápices de colores”. (Fue una alusión a los pocos lápices que le había suministrado yo y, supongo, a mi mesquindad) (314).

Ubica este momento como la fase central de la consulta terapéutica, no sabía qué acontecería. Entonces Winnicott no interpreta, espera que opere “el proceso preestablecido”, es decir sostiene el proceso. Pensó que tal vez la referencia a su tacañería sería el momento en que surgiera su impulso de robar, pero se abstiene de interpretar, mas bien se mantiene a la expectativa “ por si acaso Ada deseaba seguir adelante” (315).

Pasando un tiempo Ada le dice : “ Soñé con un ladrón”(315).

Ubica la etapa final de la entrevista y observa los dibujos más audaces, “Quienquiera la observara dibujar percibiría con claridad que la niña actuaba impelida por una necesidad y un impulso profundos. Uno casi se sentía en contacto con su inconsciente”(315). En el dibujo 18 “Un hombre negro está matando a una mujer. Detrás de él hay algo, una cosa con dedos o algo así”, explica Ada. El dibujo 19 contiene al asaltante con el cabello erizado, comentando “ Las manos de mi hermana son más grandes que las mías” , “El ladrón está robando las joyas de una señora rica, porque quiere hacerle un lin-do regalo a su esposa. No podía esperar hasta ahorrar el dinero necesario(315-316). Explica Winnicott:

  • Aquí reaparece, en un nivel más profundo, el tema representado anteriormente por la mujer o muchacha que compraba pañuelos en una tienda, para regalarlos a alguien. Nótese la inclusión de formas que se asemejan a las nubes de algunos dibujos previos, sólo que ahora parecen indicar una cortina y hay un moño (316).

A pesar de que el moño despertó su interés no interpretó, “si fuera desatado, revelaría algo”, piensa Winnicott (317). En el dibujo 21 aparece “un malabarista” ¿quizás como un intento de convertir el problema no resuelto en una profesión? , reapareciendo la cortina y el moño, lo que pensó que este moño simbolizaba la represión por lo que consideró que “estaba preparada para que alguien se lo desatara. Así pues, le pregunté: “¿Alguna vez sacas (robas) cosas tú misma?” (317). Lo que provocó una doble reacción, representativa de la disociación; es decir por un lado responde “¡no¡” y por el otro realiza el dibujo 22 que muestra lo que había detrás de la cortina, al contener un manzano con dos manzanas con pasto, un conejo y una flor. “Representaba el descubrimiento de los pechos maternos escondidos, por decirlo así,  detrás de la vestimenta de la  madre. Ada había simbolizado así una deprivación” (318). A lo que Winnicott responde:

  • “¡Oh, ya veo¡ Las cortinas eran la blusa de mamá; ahora las has atravesado y has llegado hasta sus pechos”.
  • En vez de responderme, Ada hizo otro dibujo (fig.23) y explicó: “Este es el vestido de mamá que más quiero. Todavía lo tiene” .
  • El vestido databa de cuando Ada era una niña pequeña. Lo dibujó como lo vería un niño cuyos ojos quedaran, aproximadamente, a la altura de la parte media de los muslos maternos (319).

El trabajo realizado había terminado ya solo “gastó un tiempito en “volver a la superficie”, entregándose a un juego que continuaba el tema de los números como símbolos de fertilidad”(319), realizando el dibujo 24, 25 y 26. “La niña estaba lista para marcharse y, como se mostraba feliz y satisfecha, pude dedicarle diez minutos a la madre, que había esperado durante una hora y cuarto”(321). En esta entrevista encuentra que a la edad de 4 años 9 meses de Ada en que enfermó su hermanito, año y medio menor que ella, de una enfermedad grave de la que nunca recuperó la salud y que llevó a que la misma hermana mayor de Ada le quitó la atención a ella para transferírsela al hermano.

  • En suma, pese a vivir en su propio hogar y con una buena familia, a los 4 años y 9 meses Ada había sufrido una deprivación relativa que la dejó en un estado de confusión. Cuando redescubrió un sentimiento de seguridad, empezó a robar impelida por una compulsión disociada que no podía reconocer como propia (321).

No había vuelto a robar en tres años que supo Winnicott, su aprendizaje mejoró rápidamente, la enuresis nocturna desapareció un año después. Desde el momento que salieron de la consulta la madre sintió un nuevo tipo de relación con ella, como la “recuperación de una vieja intimidad”, que había persistido; es decir “se restableció de veras el contacto pedido”(322).

  • En este caso, no se intentó en absoluto inducir a la niña a admitir su conducta, o sea, a pasar de la disociación a un área de comprensión intelectual e integración. Se trabajó en un estrato más profundo; allí, la entrevista pudo producir un resultado que no fue el insight consciente ni la confesión, sino la verdadera curación de una disociación (322).

Referencias.

WINNICOTT,D.W . (1956). La tendencia antisocial. En: Deprivación y delincuencia. Buenos Aires: Paidós, 2008.

_____________(1965). La disociación revelada en una consulta terapéutica. En: Deprivación y delincuencia, ibid.

______________(1967). Posfacio: D.W.W. sobre D.W.W., en Exploraciones psicoanalíticas II.  Buenos Aires: Paidós, 2009.

 

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