La madre lectora, la madre robot, la madre enfermera

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Fotografía con Licencias Creative Commons

La madre que sostiene al bebé le permite experimentar lecciones con los objetos, como lo observó y teorizó Winnicott. El bebé entre 5 y 18 meses tomará el objeto colocado sobre una mesa sentado en el rezago de su madre, primero dudó y luego lo agarra, lo coloca en su boca como una prolongación de  sí mismo para finalmente deshacerse de él; duda, incorpora y luego se deshace. La experiencia objetal también implica la ingesta del alimento, su digestión al poder quedar dormido entre los brazos de la madre y la relación con las excrecencias, como son las heces. La madre identificada de manera primaria con su bebé integra las excrecencias como parte de ella misma, es decir ella no siente, por ejemplo, asco con la saliva, las heces o la leche devuelta de su bebé. La madre que  acude al grito de su infante, da la pauta para el sostén de la experiencia objetal. Algo del objeto, como el alimento, se incorpora y algo se elimina o se destruye; lo importante es que el bebé sobrevive a esa destrucción del objeto. Es como si dijera te amo por haber sobrevivido a mi destrucción.

Algunos de los aspectos que ocurren cuando el bebé logra orquestar el llamado de la madre por medio del llanto son:

  1. El infante grita, entonces, si el cuidador, extraño para el infante, se da por aludido, el cuerpo va haciendo psique y mente.
  2. Si el bebé orquesta el llanto con lágrimas, puede ser indicativo de un proceso de la psique residiendo en el soma.
  3. Al nombrar a la madre: mamá, se relacionan madre y bebé.
  4. Cuando el infante grita, la madre suficientemente buena, lo asume como un llamado. Duda si será por hambre, por incomodidad, o por otra razón. Esta duda la lleva a acercarse al infante para descubrir ¿qué es lo que le pasa? Lo auxilia, al ofrecer el pecho, el cambio de ropa, el mecimiento, las palabras, la mirada. “Las pequeñas cosas que suceden entre la madre y el bebé al comienzo son significativas, y que no lo son menos por el hecho de que parezcan naturales y se las dé por sentadas”(47-48).

Pasarán tantos acontecimientos entre dudas, satisfacciones y agotamientos entre madre y bebé para que pueda del grito pasar al llanto. Entonces es importante distinguir entre grito y llanto. El infante grita y se estremece, la misma reacción, ante diferentes necesidades: hambre, displacer.

En 1873 Darwin observó que el infante hasta los 2, 3, 4 meses no derrama lágrimas. Este autor dentro de sus múltiples y minuciosas observaciones encontró que cuando los niños son todavía muy pequeños no vierten lágrimas, dice: “parece como si las glándulas lacrimales necesitasen alguna práctica por parte del individuo antes de poder entrar en acción con facilidad…el llanto debe haberse adquirido en la época en que el hombre se separó del progenitor común al genero homo y a los monos antromorfos, que no lloran”(173).

La madre de devoción corriente, desde la identificación primaria aprende a leer a su infante y responde de diferente manera ante el grito. No puede ayudarlo si no sabe en qué estado se encuentra. Esta traducción por parte de la madre llevará poco a poco, entre otras cosas, a que el bebé pueda tener por quién llorar. Cuando el bebé llora con lágrimas, llora de verdad, se puede pensar como una forma de residencia de la psique en el soma; logra orquestar el llamado de la madre por medio del llanto.

Winnicott clasificó formas de llanto.

  1. a) El llanto debido al dolor y al hambre se observa en cualquier momento a partir del nacimiento.
  2. b) En otras ocasiones el bebé llora por rabia cuando ya puede sacar algunas conclusiones y tener algunas expectativas. El llanto encolerizado puede indicar que tiene cierta fe en la madre. El bebé vive la experiencia de poder conocer el alcance de su rabia. Un bebé enojado es toda una persona.
  3. c) El llanto triste o por aflicción, que es un signo más avanzado que las sensaciones agudas de hambre, dolor o rabia. Es capaz de correr el riesgo que implica amar y perder a una persona. Este llanto tiene una cierta musicalidad; le permite al bebé recuperar la confianza en momentos difíciles como un llanto satisfactorio. El bebé puede tener la certeza de estar triste en presencia de su madre. “La gente se alegra cuando, más adelante, su hijo dice “Gracias” y “Lo siento”, pero la primera versión de estas expresiones está contenida en el llanto triste del bebé, y encierra mucho más valor que nuestras enseñanzas referentes a la manifestación de gratitud y arrepentimiento”(35).
  4. d) El llanto de desesperanza, se puede escuchar en instituciones donde reina el desamparo y la desintegración. Este llanto sin lágrimas, no se convierte en un llamado a ser auxiliado, a ser acompañado o amado.

Durante el tiempo que el grito, al que la madre se asume como convocada, el cuerpo va haciendo psique y mente; el grito aparece para el bebé como una invocación; algo mágico hace aparecer el pecho. Esta capacidad de convocar a la madre es anterior a la posibilidad de llamarla: mamá. Este posibilidad de convocatoria hace “la vida más digna de vivirse y el cuerpo más digno de vivir en él” (23). Las diferentes formas de convocatoria se irán integrando a la posibilidad del llamado.

A alguna madre se le puede dificultar, por conflictos internos o quizá por experiencias infantiles, leer lo indiferenciado del grito del infante, por lo que seguir las indicaciones del pediatra o de los libros de autoayuda o de los cursos de psicología le pueden ayudar a proceder como una madre robot que atiende las necesidades del infante, pero no lo alimenta con la sensación de importancia que circula cuando lo hace desde su propio narcisismo, como si fuera su majestad el bebe.

A otra  madre, la enfermera, le viene bien el cuerpo del niño, lo alimenta, cambia y cuida, pero sin implicarlo como un sujeto posible, se le dificulta la circulación del narcisismo, del deseo; de transformarlo en alguien importante para ella. Le importa el cuerpo en su funcionamiento, pero no puede asumir una persona.

Otra será la madre que al angustiarle el grito del infante, al no poder leerlo lo tapona siempre de comida, no da cabida a distinguir a qué se debe en cada ocasión el nuevo grito.

A la madre robot, a la madre enfermera, a la madre angustiada, se les dificulta estar a la captura del gesto espontáneo de su bebé.

Diferente a la madre que se preocupa por su bebé, lectora, que desde sus dudas va traduciendo las necesidades, va a la vez descubriendo desde la circulación del narcisismo a su bebé; en los encuentros de repente  puede surgir algo que la sorprenda, en el bebé, en ella misma como madre, como padres. Winnicott lo explica:

  • El bebé la necesita para manejar las terribles transiciones que van desde el dormir o la satisfacción en la vigilia hasta un ataque desenfrenado de avidez. Podríamos decir que ésta constituye su primera tarea como madre, aparte de la rutina, y para la cual se requiere una habilidad que sólo la madre del niño posee, y que está también al alcance de las mujeres que adoptan un bebé a los pocos días de su nacimiento.
  • En los intervalos, el bebé se siente feliz al comprobar que detrás del pecho o el biberón está la madre y, detrás de ella, la habitación y el mundo fuera de ésta. Si bien hay mucho que aprender sobre el bebé durante sus comidas, hay más que aprender acerca de él mientras se baña, o descansa en su cuna o mientras se le cambian los pañales (9).

Esta madre suficientemente buena, como la llama Winnicott, ante el grito la madre imagina un cuerpo total ahí donde el bebé esta implicado en un cuerpo fragmentado, neurológica y psíquicamente; es decir su aparato psíquico se encuentra en constitución. No hay cuerpo, no hay sujeto; la madre lo imagina, lo supone. Es asombroso las cosas que una madre devota logra siendo simplemente ella misma (6).

Bibliografía

AYALA, R.J. y RABADÁN, F.C. (2018). Lactancia materna: la huella de un futuro, acercamiento desde la medicina y desde el psicoanálisis. Revista Letra en Psicoanálisis (LeP). Vol. 4, Nº 1, enero-junio 2018.

DARWIN, CH. 1988. La expresión de las emociones en los animales y en el hombre. México: Alianza Editorial Mexicana, 1988.

WINNICOTT,D.W. Conozca a su niño. Buenos Aires. Paidós, 1991.

WINNICOTT,D.W. (1971). Realidad y juego. Barcelona: Gedisa, 2008.

WINNICOTT, D.W. (1987). Los bebés y sus madres. México: Paidós, 1990.

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