¿La interacción con animales de compañía durante el confinamiento por COVID-19 ha favorecido el bienestar físico y emocional de las personas?

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Comp. Carolina Jiménez

Mtro. Gerardo Miranda

El pasado 23 de marzo del presente año comenzó en México la Jornada Nacional de Sana Distancia (JNSD), que trajo como consecuencia restricciones importantes que implicaban un distanciamiento social para el que no estábamos del todo preparados. Por un lado, se debía procurar mantener 1.5 metros de separación entre las personas para debilitar la propagación de la enfermedad. De igual forma, se implementaron recomendaciones de higiene que requerían un lavado constante de manos reforzando el procedimiento con la aplicación de alcohol en gel; manierismos que provocaban el contacto de las manos con el rostro debían evitarse definitivamente (no me imagino cómo le esté yendo a Zizek con eso). Se suspendieron actividades que se definieron como “no esenciales” entre las que se encuentran innumerables trabajos formales e informales, incluyendo el cierre indefinido de las escuelas en todos los niveles educativos [1].

Los eventos de concentración masiva se cancelaron. La circulación en espacios públicos recreativos y lugares para ejercitarse debieron limitarse. Se disminuyeron al máximo las visita a familiares, amigos y conocidos, siendo justificable únicamente si era para prestar algún tipo de apoyo de carácter urgente como llevar alimentos o acompañar a la persona al servicio médico, sobre todo a los adultos mayores y población de mayor vulnerabilidad al agravamiento de síntomas por contagio (obesidad, hipertensión, asma, diabetes, entre otros padecimientos metabólicos y autoinmunes). Las festividades como el día del niño y el día de las madres, que son tan representativos en nuestra cultura, se vieron opacados por las medidas oficiales de la JNSD que parece no tener fin.

Las limitaciones que han representado el mayor de los retos son las correspondientes a la campaña “Quédate en casa”, puesto que para muchas personas que no cuentan con posibilidades de trabajar apoyados en canales tecnológicos, sufren de un malestar que se relaciona principalmente con la ausencia de medios para subsistir y también por la posibilidad de contraer la enfermedad debido a su necesidad de circulación. Esto detona un conflicto generalizado que ha derivado en cuadros de ansiedad, depresión o en ciertos casos de conductas hostiles o discriminación como lamentablemente hemos visto en ataques abiertos a las personas que trabajan en instituciones de salud como personal médico o de enfermería.

Intervienen en estos fenómenos sociales aspectos psicológicos como la frustración, ira, y el miedo; este último como uno de los factores que promueven actos tan reprobables como los mencionados según lo ha expresado el subsecretario de Salud, el Dr. Hugo López Gatell [2].

Los investigadores del Reino Unido opinan que el aislamiento social actual por un lado y la inminente crisis económica por el otro, comprometen de manera significativa la salud mental de las personas predisponiendo o agudizando conductas autodestructivas como el consumo de sustancias, autolesiones e incluso el suicidio. Creen necesario mantener una vigilancia en la población en situaciones de soledad y promover sentimientos de pertenencia como medidas preventivas [3].

La Organización Panamericana de la Salud, en el marco de la 46ª reunión de su Consejo Directivo, en septiembre del 2005 advirtió sobre las consecuencias en la salud mental derivadas de crisis sanitarias como la que estamos viviendo ahora. Se hablaba en aquel entonces de una perturbación psicosocial que podía exceder el manejo de la población afectada. Tensiones y angustias contribuirían a la aparición de trastornos psíquicos que no necesariamente corresponderían a cuadros clínicos per se, pues podrían tratarse de reacciones transitorias esperables para este tipo de contingencias [4].

Las opciones disponibles para mantener la tranquilidad durante el confinamiento en casa son limitadas y casi todas se centran en el consumo de productos o la ocupación “productiva” que se asoma en cada rincón de las redes sociales como ofertas de temporada, aprovechando el tedio y agotamiento mental de los cibernautas. Las personas deben echar mano de sus recursos internos para equilibrarse emocionalmente, pero aún entre aquellos que cuentan con un buen nivel de adaptabilidad para los cambios se les ha puesto a prueba por la cantidad de semanas que ya han transcurrido desde el mes de marzo y que no parece cerca el plazo por cumplir en confinamiento. ¿Qué más nos queda? Bueno, los animales de compañía siempre han estado ahí para aquellos que decidieron tomar bajo su responsabilidad el cuidado de éstos, independientemente de la especie que se haya decidido alojar en el hogar. Es una ironía que si bien, antes de la crisis mundial por la que estamos atravesando, era común escuchar a las personas responsables de éstos argumentar: “no tengo mucho tiempo para darles el cuidado que se merecen”; precisamente es lo que se podrían estar teniendo de sobra en estos momentos.

Existen muchos estudios que han demostrado los beneficios en la salud física y psicológica gracias a la convivencia con las especies domésticas. Se piensa que las personas que viven solas o con familia están encontrando refugio emocional en sus animales de compañía [5].

Nada menos, hace unas semanas se difundió una noticia sobre un pequeño pug de nombre “Harley” que estuvo acompañando al equipo de médicos en el hospital Siglo XXI del la Ciudad de México. Según la nota periodística el pequeño cuadrúpedo interactúa con médicos y enfermeras en sus periodos de descanso a modo de que ellos puedan encontrar un poco de relajación. “El tuerto” como también se le conoce, forma parte de un programa en el área de psiquiatría y neuropsicología para apoyar en tratamientos psicológicos [6].

La comportamentalista Carolina Jiménez[1]  opina que en este periodo los animales de compañía podrían estar hiperalertas debido al olor corporal que perciben en la población que se encuentra en su mayoría estresada y temerosa por la contingencia. Ella cree que las personas deberían considerar que afectan a sus animales de compañía sin darse cuenta y que esto podría provocar un círculo vicioso en el sentido de que se puede pensar que nuestros perros o gatos necesitan que les brindemos tranquilidad cuando podría ser totalmente a la inversa.

En su experiencia de trabajo con personas y animales de terapia, ha observado el efecto positivo inmediato por la interacción durante las sesiones. El semblante de los participantes cambia, la atención se dirige al animal una vez que este ingresa al espacio de trabajo y de manera inmediata se abre un canal de comunicación especial. Carolina Jiménez insiste que para el caso de los perros que han tenido la oportunidad de experimentar un desarrollo físico, mental y emocional en condiciones de respeto total por su naturaleza (la Escuela Natural del Perro), desenvolverá todo su potencial de animal de terapia. Esto en función de que la persona que participa en los programas de intervención se percibe a sí misma como alguien a quien el perro le importa independientemente de su condición cualquiera que esta sea: “el perro no juzga, no miente, no manipula”, dice Carolina, y esto promueve relaciones sanas en beneficio de la salud emocional.

Para averiguar los efectos psicológicos por la convivencia con animales de compañía durante el periodo de confinamiento, nos dimos a la tarea de diseñar una encuesta basada en un estudio español de la Fundación Affinity[2]. Para la creación de este instrumento pensamos en tres principales aspectos: la situación del animal, la interacción con el cuidador principal y el ambiente familiar [7].

Para el primer punto, se tiene que las especies más populares en nuestro país son los perros y los gatos. Ambos animales, aunque muy diferentes en su temperamento y carácter, son sensibles a la presencia humana y responden de manera distinta según se hayan desarrollado debido al cuidado responsable o no que se les haya ofrecido a lo largo de su vida. Comúnmente las rutinas de las “familias interespecies” implican un tiempo para la alimentación, el cuidado, la interacción y el descanso. El animal responde con su comportamiento en función de que esto se mantenga en modo estable y predecible. Si surgen cambios importantes, el animal podría manifestar alteraciones en su conducta e incluso en su estado de salud física.

En el segundo rubro se consideraron las reacciones emocionales del cuidador y sus efectos en la interacción con el animal de compañía. Cabe insistir en que éste último responde de manera particular según el grado de apego que se haya desarrollado y que en ciertos casos se desarrollan vínculos nocivos que atentan contra el establecimiento de una simbiosis.

Por último, para el caso de las personas que viven con familia y animales de compañía pensamos en aquellos casos en donde no todos sus miembros estén a favor de la estancia de éstos o por el contrario, se hayan generado por el confinamiento dinámicas positivas por un intercambio que poco tenía lugar dados los ritmos de vida habituales.

La encuesta de carácter anónimo contiene al inicio ítems para sondear las edades de los consultados, si vivían con más personas, ocupación, entidad federativa a la que pertenecen y si se encuentran durante este periodo de confinamiento trabajando desde casa. Se indagó sobre los tipos de especie que alojan en casa, su procedencia y si se encuentran esterilizados, además de averiguar si sus vacunas y desparasitaciones se encuentran al día. Se incluyen campos en los que se puede agregar información adicional que se desee ofrecer. Se difundió por medio de las redes sociales durante un periodo de poco más de 36 hrs., obteniendo un total de 115 formularios completados[3].

Los resultados reflejan que la gran mayoría de los encuestados alberga perros y una pequeña parte gatos; muy pocos de ellos, otras especies como aves, peces o reptiles. Un porcentaje representativo reporta que sus animales de compañía son adoptados o rescatados; más de dos terceras partes los han esterilizado y casi todos mantienen actualizado su cuadro de vacunas y desparasitación.

Llama la atención que la mitad de los participantes refieren cambios importantes en el comportamiento de su animal de compañía a partir del confinamiento, lo que podría aportar fundamento a la opinión de Carolina sobre la sensibilidad de los animales en relación con los niveles de estrés de sus cuidadores. También sobre sale el dato de que más de las dos terceras partes no ha notado conductas de evitación.

Sobre sentimientos de frustración y reñir con sus animales de compañía son muy bajos los porcentajes, lo que resulta un dato alentador pues parece estar ausente el maltrato animal. Casi dos terceras partes de las personas informan que se refugian emocionalmente con sus animales de compañía, ante preocupaciones durante el confinamiento y cerca del 80% informa que se percibe con cambios positivos en cuanto a su salud física y emocional gracias a su convivencia interespecie.

Con respecto a las relaciones familiares con el animal de compañía, sólo poco menos de una cuarta parte menciona que se han dado discusiones por la presencia de éste. Casi el 95% rechaza que se hable de su posible expulsión del hogar y por el contrario, la gran mayoría afirma que observa cambios positivos en las relaciones familiares atribuibles a la convivencia con el animal. Por último, los porcentajes que reflejan la influencia de éste para promover mejoras en la salud física y emocional son amplios: 75%.

Sospechamos que los resultados que apoyan nuestras ideas pudieron verse influidos por el método flexible de convocatoria para la participación en esta encuesta. Probablemente la mayoría de nuestros contactos mantienen un apego positivo a sus animales de compañía, dándoles un lugar importante en sus vidas y reflejar así los resultados que obtuvimos. Nos sentimos ahora con la suficiente motivación para realizar un estudio más amplio y con mejores controles que arrojen información de mayor representatividad. De este modo daríamos comienzo a la contribución del estudio en el campo de la Antrozoología en nuestro país y se favorezcan todas las propuestas y programas que coadyuven a mejorar las relaciones interespecies en un marco de respeto y la libertad de todos los seres vivos.

Referencias

[1] IMMS (2020) Para disminuir la propagación del COVID-19, el IMSS promueve las medidas de sana distancia. Prensa. Recuperado de:

http://www.imss.gob.mx/prensa/archivo/202003/142

[2] Rivers, M., Gallón, N. (2020) Docenas de trabajadores médicos han sido atacados en México en medio de temores de coronavirus. CNN en español. Recuperado de:

http://www.imss.gob.mx/prensa/archivo/202003/142

[3] López, M. (2020) Salud Mental: ¿La próxima pandemia? Gaceta médica. Recuperado de:

https://gacetamedica.com/investigacion/salud-mental-la-proxima-pandemia/

[4] OPS (s.f.) Protección de la salud mental en situaciones de epidemias. Organización Mundial de la Salud. Recuperado de:

https://www.paho.org/hq/dmdocuments/2009/Pandemia%20de%20influenza%20y%20Salud%20mental%20Esp.pdf

[5] Díaz-Videla, M.(2017) Antrozoología y la relación humano-perro. Buenos Aires: IRojo Editores.

[6] S.A. (s.f.) Harley, el perro terapeuta que alivia el estrés de médicos en México. National Geographic en Español. Recuperado de:

https://www.google.com.mx/amp/s/www.ngenespanol.com/el-mundo/harley-el-perro-terapeuta-que-alivia-el-estres-de-medicos-en-mexico/

[7] Fundación Affiniti (2020) Estudio Juntos en Casa. Sobre el impacto de la situación creada por el COVID-19 en los animales y en el vínculo. Recuperado de:

https://www.fundacion-affinity.org/sites/default/files/infografia-estudio-juntos-en-casa-fundacion-affinity.pdf

[1] Educadora canina que ha participado en diferentes programas de formación de perros de búsqueda y rescate para la UNAM, SEDENA y la Policía Federal. Creadora del modelo “Terapia Interespecies” y presidenta de la Fundación Piensa Como Perro A.C. Es defensora de la “escuela natural del perro”.

[2] Creada en el año de 1987 dedicada a la investigación y promoción de acciones que reflejen el bienestar por la interacción con animales de compañía.

[3] Se publicará  próximamente en los comentarios del blog, una liga para la consulta de los resultados representados en gráficas.

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  1. Pingback: Estudio COVID-19 – Fundación Piensa Como Perro A.C.

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