El mundo interno y el mundo externo.

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Por: Lucía Blanco

Imagina que el cuerpo, físicamente es una frontera. Una que separa dos mundos. El mundo interior y el mundo exterior. Todo lo que ocurre del cuerpo hacia adentro forma parte del mundo interior: los pensamientos, nuestra visión de vida, nuestras creencias, las emociones, la postura que tomamos ante las situaciones, que por definición es una actitud; por supuesto la propia biología, la fisiología y todo el funcionamiento de las vísceras, venas, arterias y órganos vitales; algunos dirían que el mundo interior es: mente, emociones y espíritu; es decir, la psique. Y aún cuando su raíz etimológica da origen a la psicología, su significado me parece aún más profundo: alma.

En contraparte está el mundo exterior, ese que los demás si ven, como por ejemplo: nuestros comportamientos, también está lo que decimos: nuestras palabras; si bien hablar es una acción; a mí me gusta  distinguir el habla de otros comportamientos, por el poder que tienen las palabras. Desde la perspectiva de Rafael Echeverría (2007)[i], existen los actos lingüísticos, que es la forma y el uso que hacemos de las palabras; y también dice que el lenguaje tiene un carácter generativo, es decir, da origen, crea, entre otras cosas: identidad, posibilidades, futuro y mundos. Afirma que los resultados que tenemos son producto de conversaciones: las que tenemos y las que no. De ahí que el mundo externo, no sólo es lo que hacemos y lo que decimos, también es todo lo que ocurre de nuestro cuerpo hacia afuera, como por ejemplo: los demás, nuestras relaciones, el trabajo, la familia, es “todo aquello fuera de mí”.

En una publicación anterior decía que distingo entre personalidad e identidad. Esta misma distinción la llevo a los mundos: la personalidad, corresponde al mundo externo; se refiere a los comportamientos, a lo social (a los demás y nuestras relaciones), estudios acerca del aprendizaje; estos elementos, desde mi perspectiva, corresponden a la psicología. Mientras que por otro lado, el alma, y el mundo interior; y tienen una correspondencia a la identidad y corresponde al desarrollo humano, su estudio e interpretaciones.

Esta sencilla distinción y reclasificación de conceptos, me ha permitido contrastar y ubicar en un sitio diferente a la personalidad y la identidad, tanto como a la psicología y al desarrollo humano. La primera en el mundo externo, la segunda en el interno. Finalizaré  este artículo con las definiciones que doy, de ambos conceptos. En una próxima entrega, haré el análisis de mi definición de desarrollo humano.

“Personalidad es la organización dinámica de la persona, de aquellos sistemas psicofísicos, que como una entidad biopsicosocial y de orientación determinan las adaptaciones a su ambiente reflejado en la forma  en cómo reacciona y se relaciona con los demás”.

Por otro lado, defino el desarrollo humano como:

“El Desarrollo del Ser Humano es la metamorfosis que cada individuo realiza en el momento preciso en que requiere potenciar una vida completa y saludable hacia la felicidad, a través del cuidado propio y de otros para construir y establecer vínculos sanos a largo plazo que nutran su espíritu con la actividad laboral[1] que realiza y su alma en la vida para disfrutarla en y con plena consciencia de sí  mismo”.

[1] Entre los vocablos que me surgen inmediatamente a manera de sustituir por la carga semántica son: (1) Trabajo; cuya etimología viene del latín: tripaliare, que viene de tripalium que era un yugo, formado por tres palos, usado para amarrar a los esclavos y azotarlos. De ahí que usaré: actividad laboral para el mundo externo y la palabra desarrollo o labor  para el mundo interno.

[i] Echeverria, R. (2007); Ontología del Lenguaje, 1ª ed. 4ª reimpresión, Buenos Aires: Ed. Granica

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