Ajedrez; ¿la mejor gimnasia para la mente?

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Por: César Hernández Ubaldo

El ajedrez es un juego antiguo, la historia de sus orígenes es muy controvertida, algunos historiadores piensan que se inventó en India entre los años 600 y 700 de nuestra era y se introdujo a Europa durante el siglo XIII. Lo cierto es que el juego ha ido transformándose a lo largo del tiempo y que varias mentes han aportado al diseño conceptual del deporte, perfeccionándolo con sutiles y progresivas modificaciones a las reglas. El ajedrez evoca una guerra psicológica donde dos voluntades se encuentran y tratan de sobreponerse una sobre la otra con el único fin de encerrar al rey enemigo, dejarlo sin movimientos; darle jaque mate.

Cada jugador dispone de 16 piezas que ha de mover sobre las 64 casillas del tablero para tratar de vulnerar la posición enemiga y comenzar a desestabilizar la disposición de piezas que el contrario ha elegido.

El rey: Al principio del juego el rey se sitúa en el centro y normalmente se coloca en alguna esquina del tablero durante el desarrollo de la partida. Es la figura más importante, si el rey se queda sin casillas a donde escapar, el juego termina en favor del jugador que ha logrado encerrarlo. Sólo puede moverse una casilla por turno en cualquier dirección.

La dama o reina: Es la pieza más poderosa del tablero. Puede moverse un número indefinido de casillas en cualquier dirección. Es una pieza decisiva en el ataque a causa de su dinamismo.

La torre: La torre puede desplazarse sin restricción en cuanto al número de casillas, pero sólo puede hacerlo si su movimiento describe una línea vertical u horizontal. Cada jugador tiene dos torres, una en cada esquina del tablero.

El Alfil: Se mueve sin límite de casillas, pero sólo en diagonal. Cada jugador tiene un par de alfiles, uno para las casillas negras y otro para las casillas blancas.

El caballo: Es la única pieza en el tablero que tiene la capacidad de saltar a otras piezas y su movimiento siempre debe combinar una vertical-horizontal. Siempre tiene que moverse tres casillas en una dirección (vertical u horizontal) y una en la otra (vertical u horizontal). Cada jugador posee dos equinos al inicio de la partida.

El peón: Es la pieza de menor valor dentro del tablero. En su primer movimiento, cada peón puede elegir entre mover una o dos casillas, pero siempre hacia el frente. Después de su primer movimiento, cada peón solo puede avanzar una casilla a la vez. Si en algún punto, un peón llega al extremo del tablero en territorio enemigo puede convertirse en cualquier pieza que desee, excepto en rey.

Para algunos ajedrecistas el juego se convierte en un mundo alterno, pueden pasar horas e incluso días jugando una sola partida, mientras tanto, el mundo exterior queda completamente al margen.

Las reglas del juego son fáciles de asimilar, sin embargo, las posiciones que derivan del movimiento de las piezas suelen ser complejas. Se cree que el número de posiciones posibles después de tan sólo 10 jugadas, es de 165 cuatrillones y medio, es decir, 165.518.829.100.544.000.000.000.000. Entonces, si quieres ser un buen jugador de ajedrez, debes invertir tiempo estudiando posiciones, variantes y tácticas que probablemente no terminan nunca. Estudiar ajedrez requiere de un esfuerzo intelectual importante. Se ha demostrado que este ejercicio deja tras de sí diversas características en nuestros sistemas cognitivos. El esfuerzo intelectual que exige el ajedrez puede compararse con el de una rutina gimnástica; después de repetir una y otra vez cierto ejercicio, uno afina habilidades psicomotrices y gana músculo. El constante estudio del ajedrez, mejora habilidades cognitivas, intelectuales y hasta emocionales del estudiante. Por ejemplo:

Pensamiento crítico: En una partida es necesario analizar, ser crítico y sincero con las posibilidades de tu posición. Esto es lo que permite al ajedrecista desarrollar una estrategia realista.

Memoria: Muchas partidas de ajedrez tienen un límite de tiempo, por lo que es necesario memorizar patrones posicionales y jugar apelando a la experiencia para invertir de la manera más optima el tiempo en la partida. La memoria se ejercita.

Síntesis: Una posición en ajedrez tiene muchas posibilidades de cara al desarrollo. Es necesario que el jugador analice, imagine, relacione y abstraiga la mejor jugada de cada posición. Durante este proceso se ponen en marcha diversos procesos que, con la práctica, dotan al jugador de ajedrez de capacidad para analizar problemas y tomar decisiones para resolverlos.

Paciencia: La paciencia es un factor importante en el ajedrez. No se puede ser buen jugador sin paciencia. Algunas posiciones -sobre todo en la parte final de las partidas- requieren de un nivel de precisión muy alto, donde un pequeño movimiento precipitado puede echar abajo toda la partida. Por eso, es necesario hacer el mejor movimiento posible en el momento justo, no antes ni después.

Empatía: Al desarrollar una estrategia durante el juego, uno debe analizar las jugadas del oponente y esforzarse por entenderlas para responder acertadamente ante las amenazas rivales.

Concentración: Es necesario estar bien centrado durante toda la partida. Un mal movimiento producto de una distracción puede restar sentido a toda la posición. En los niveles más altos, nada más que un error es lo que define el resultado de la partida.

Se dice que el ajedrez es sólo para superdotados o que se debe comenzar a jugar cuando se es pequeño para aspirar a ser un buen jugador. Eso puede ser cierto, en parte, pero sólo para quien planea dedicarse a nada más que jugar ajedrez y aspira a convertirse en un jugador de élite. Pero para disfrutarlo, no hace falta tener una edad específica, ni pertenecer a un estrato social determinado. Todos podemos utilizarlo como herramienta para mejorar nuestras capacidades cognitivas y emocionales. El ajedrez es para todos.

Referencias:

REUBEN FINE. (1967). La psicología del jugador de ajedrez. Barcelona, España: Ediciones Martinez Roca.

LEONTXO GARCÍA. (2013). Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas. Barcelona, España.: Editorial Planeta.

 

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