Persona que ama conforme a lo que es (vive sólo en el presente)
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Freud, S. (1914) habla de cuatro elecciones de objeto del tipo narcisista, antes de la elección de objeto de amor por apuntalamiento, que son:
- Ama a lo que es; su sí mismo está en el presente.
- Ama conforme a lo que fue; su sí mismo se encuentra en el pasado.
- A lo que uno querría ser; en el futuro está su sí mismo.
- A la persona que fue una parte del sí-mismo propio, su sí mismo es un resto del otro.
De otra manera los dos tipos de elección de objeto del tipo de apuntalamiento son:
- A la mujer nutricia, y
- Al hombre protector
Chamizo, O. (2012), desarrolla la Clínica del Narcisismo basada en los cuatro tipos de elección de objeto del tipo narcisista, explicación que retomaremos para la mejor comprensión de este tipo de relaciones.
En ninguna de las figuras de la Clínica del Narcisismo hay ideal del yo. Existe una falla por déficit, no se posibilitó la castración, hay una prolongación del otro como en una réplica y lo que se hipertrofia es la unidad del yo. En la Clínica del Narcisismo no existe la posibilidad de amar porque esto requeriría el reconocer la diferencia del otro, lo cual no se generó en la problemática narcisista. El sentimiento de sí, está condicionado a un solo tiempo, la falla en el sentimiento de si, puede idealizar el objeto, implicando una dificultad en el juego entre el yo ideal, sin la instauración del ideal del yo y la experiencia de otredad; en su lugar se instaura el Sentimiento de Yo, que es el equivalente a un yo cuerpo, a una posición atrapada en lo corporal, que fue generada por el otro. El sujeto dependerá del pacto que ese otro le imponga.
El que ama lo que es, podría explicarse como una condición en donde la elección de objeto será en función de objetos que devuelvan la imagen de uno mismo; si esto no se cumple se abandona o aniquila al objeto que dejó de ser imagen, porque ya no devuelve lo que el sujeto es.
La madre de estos sujetos no los miró mientras no tenían acceso al habla, por sentirse ubicada en una posición imposible de tolerar, poniendo una distancia temporal entre ella y el bebé. Pero cuando el hijo constituyó una forma de Yo, la madre regresa, ahí donde el bebé ya puede decirle mamá, encuentra un lugar posible y se desborda y lo idoliza e inviste a su yo generando un Yo Idolizado.
Esta madre hipertrofia la instancia del ideal del yo al investir a su hijo cuando ya hay una organización psíquica donde se siente convocada, es decir, solo puede mirarlo ahí donde ella tenga un lugar. Ella no puede ejercer la función de maternaje debido a una falla en el desarrollo de las instancias en su ideal del yo y yo ideal, por lo que quedó imposibilitada en esta función, demandando al hijo que se convierta en su doble, convocándole a ser su protector. Es una madre hiperpresente y va a procurar que su hijo la admire, además de ser intolerante ante cualquier falla del hijo respondiendo ante ellas de forma violenta.
El pacto de la madre: “o eres eso o no eres”. El hijo percibe esta hiperdemanda de ser poderoso para ser el doble de la madre. Deberá ser el hijo protector, con la consigna de ser eso o no será visto por la madre y convierte su vida en una confirmación necesaria, de ser ese “yo idolizado”, ese doble protector. No tolera que algo que ha pretendido hacer no se logre. Cualquier cosa que aparece como un no, es vivido catastróficamente, le aniquila. Estos sujetos requieren ruido, mirada, confirmación, control, si esto se resquebraja viene el vacío, el sin sentido. El yo idolizado determina toda su subjetividad e inviste objetos que le devuelvan lo que él es.
Son personas expansivas, maníacas, van sometiendo a otros, se rodean de admiradores. Buscan en los objetos lo que creen que ellos mismos tienen, se proyectan en ellos y después los desconocen. Un ejemplo de ello es que se relacionan con un objeto pero si este no les devuelve su imagen lo abandonan o aniquilan, perjudicando varias áreas de su vida o destruyéndolos completamente.
No tienen recursos para la relación amorosa y cuando establecen una y ésta termina, ellos lo explican desde una lógica en la que se mantienen idolizados y el otro es quien tiene el problema y buscan otro que les devuelva su imagen. Domina la lógica anal-sádica, hay necesidad de dominio del objeto por lo que durante la relación se desarrollan estrategias de control sobre el otro y si esto falla aparece una rabia anal en la que se vuelcan contra el objeto para destruirlo. Estas personas se sostienen en el presente, en el instante eterno, sin temporización, por lo que se relacionan con objetos que les miren en el presente porque les permiten ser investidos.
La posición de estos sujetos es similar a la de los cocainómanos en quienes la cocaína les genera un estado de erección de todo el cuerpo, como si la madre los invistiera y tratan de sostener esa presencia. El cocainómano necesita testigos, desea ser visto en potencia, sostener la mirada del otro, ha hecho un pacto sustituyendo la droga por el otro. Mediante la droga se sostiene erecto ante el otro, le resulta intolerable estar frente al otro sin estar erecto, necesitan tener un esclavo que los esté viendo ya que quedaron atrapados en la idolización al no poder organizar un yo ideal, por lo que cuando no están en esta condición, están en vivencia de vacío. Cuando se suspende la droga el vacío inunda al sujeto, en el momento de la caída de la erección no hay enunciados y hay contacto con la condición psicótica.
Bibliografía
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FÉDIDA, P. (1978). El actuar depresivo. Espectros de psicoanálisis, territorios 2, 11-30.
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