Nicolás ¿niño con psicosis?
Fotografía con Licencias Creative Commons
El observador
El siguiente caso a pesar de los síntomas que indican psicosis, se trata de trauma a edad temprana. El trauma en la madre pasó a ser el trauma del hijo, pero no es una psicosis.
Considerado un niño psicótico, Nicolás, contando con 6 años de edad, asistió al dispensario, donde fue atendido por Françoise Dolto en el año 1946. A los 5 meses de nacido su madre y él se habían quedado sin comida ni agua, solos en un vagón de tren. Fueron separados al ser evacuados, por la guerra, en el tren que los llevaba a Nicolás y sus cuatro hermanos mayores a encontrarse con el padre. Alrededor no había personas, ni vacas, ni agua, las granjas se encontraban totalmente vacías. La angustia había interrumpido la subida, en apariencia normal, de la leche a los pechos de la madre. Vivieron cuarenta y ocho horas espantosas en las que ademas de la inanición y la sed, no podía cambiarlo de pañales pues ella se hallaba imposibilitada. A pesar de la extenuación, esta madre siempre permaneció sosteniendo narcisísticamente a su bebé, en forma de yo ideal y preocupada por sus otros 4 hijos perdidos también en el camino hacia el encuentro con el padre. ¿Cómo es que llegó Nicolás con Dolto?
- este niño parecía salvaje, indiferente, aunque no rehuía la mirada. Lo primero que sorprendía en su aspecto- y lo menciono como indicación clínica- era la pelambre que recubría la cabeza, unos cabellos imposibles de peinar. Tenía la voz ronca, se lo veía angustiado, vagaba sin dirección fija, como sus cabellos, yendo, viniendo, con los codos plegados y las rodillas medio flexionadas, deshablando; no malo, nunca mal intencionado, pero imprevisible. No era que jugara verdaderamente.”Trajinaba”, aquí y allí, desplazando objetos. Había que vigilar todo el tiempo para que no se produjera un incidente o un accidente (186).
Nicolás siempre fue mirado, hay una búsqueda de ese mirar, búsqueda que continúa hasta la llegada con Dolto.
Después de unos cuantos meses de sesiones semanales en las que parecía repetir su muerte, los efectos del tratamiento empezaron a cambiarle el cabello que se puso flexible y peinable, al tiempo que recuperaba el ritmo de su sueño, nunca instalado. Se puede decir que ¡las cosas se iban poniendo en su lugar! Lo único que le indicaba a Dolto sobre la importancia para Nicolás de asistir a las consultas fue que una mañana, a las seis, se había puesto en pie, tratando de vestirse, esperaba a su madre junto a la puerta. Fue recuperando la continencia diurna y luego la nocturna, la marcha con el cuerpo vertical, el placer de jugar, la expresión de sentimientos hacia su madre y luego la palabra, “primero gramaticalmente pobre pero adecuada a lo que sucedía”(186).
La cura del estado psicótico de Nicolás sucedía después de unos cuantos meses de sesiones semanales. Françoise Dolto se confiesa como una joven psicoanalista que estaba ahí, aceptaba y casi no comprendía. Estas sesiones finales en las que parecía repetir su muerte, se dejaba caer, una y otra vez, el niño cuan largo era en el piso; se echaba, permanecía un rato, se levantaba y lo repetía. Tomando notas, Dolto recuerda uno de los más elaborados fantasmas: señalaba, antes de echarse, sobre su propio cuerpo su zona toráxico-abdominal, a la altura del ombligo, “como si un bulto la ocupara”, entonces le preguntó:
Dolto- ¿Qué hay ahí?
Nicolás: Piedra( Caillon),
Y como si este peso lo desequilibrara caía, se quedaba un momento y en esta ocasión se puso a cuatro patas, gateando y luego nuevamente de pie. Dolto le pidió si hacía un dibujo. A lo que dibujó: casa, ventana, un muñeco (se señala), y un enorme manchón negro sobre el cuerpo. Entonces un trazo en forma de proyectil indicaba “el cuerpo que ha caído al suelo desde la ventana”(187).
En este momento dejó de ser cabeza, tronco, brazos, y pasó a ser:
- un rectangulito con tres prolongaciones, “patas”( como si fuera un indefinido perro sin cabeza ni cola), en el suelo, rodeado de grafismos más o menos cerrados, “hojas”. Respecto de las hojas, “¿esto qué es?. El señala su cara, sus manos, como fragmentadas en “hojas” en torno al “cuerpo defenestrado”.”¿Quién es?” Nicolás se señala y dice: [Vis eux mord lo pas la, va las, fi, ni moi y a plus] “Caído, viejo, muerto, no hay agua, ahí está, se terminó, no estoy más” [Tombé, vieux, mort, l´eau pas la, voilà fini, ma l´a pu] (187).
Lo primero que sorprende en el caso de Nicolás, y que Dolto se pregunta, es cómo la cura transcurrió como la elaboración de un trauma. ¿Cómo pensar esta inquietud de Dolto? La elaboración de un trauma se comprende en el adulto en quien actúa la represión propiamente dicha alrededor de los 5, 6 años de edad. Pero entonces en el caso de Nicolás, de 5 meses de nacido, lo que funciona es la represión desde la madre. Dicho de otra manera, el deseo sostenía una forma de represión en ella y en el bebé. La represión en la madre es la del hijo. Entonces mientras en la vivencia extrema de Nicolás la madre lo sostenía narcisísticamente, había presencia en sus diferentes imágenes, olfatoria, auditiva, escópica.
Nicolás, llegó con el diagnóstico de psicótico, el análisis se centró en la elaboración del trauma; la cura transcurrió en varias sesiones en las que parecía repetir su muerte.
BIBLIOGRAFÍA
DOLTO, F.(1984). La imagen inconsciente del cuerpo. Barcelona: Paidós, 2013.
RABADÁN F. C. (2017). Cuando la madre le deja de hablar a su bebé. Revista Letra en Psicoanálisis. Vol. 3, Nº 1, enero- junio.