¿Cómo abordar el tema de la muerte con los niños?
Por: Lic. Ezequiel Martínez Martínez.
¿Cómo puedo hablar de la muerte con mis niños? Es una de las preguntas que hacen los adultos cuando llegan por duelo a la consulta. Esta reflexión pretende ser de utilidad al lector que tiene un tema de la muerte y que no sabe cómo abordarla con sus pequeños o al profesional involucrada en el trabajo de duelo infantil.
Si bien es de suponerse, la enfermedad que amenaza con arruinar la integridad física y aniquilar la vida de quien la padece, es fuente de impetuosas emociones que conduce al paciente y a sus cercanos muchas veces a cuestionarse, a culparse o a moverse de manera desesperada con la intensión de encontrar respuestas; pero que muchas veces no las hay. Tener la sensación de estar haciendo algo casi siempre es con la mejor intención pues al enfrontar las circunstancias adversas se hace uso de todos los recursos que en ese momento se cuentan, pero que muchas veces por todo lo que se está viviendo, queriendo ahorrar la pena de otros y, más cuando se trata de niños, se actúa ignorando las emociones y sentimientos, agudizando de esta manera aquello que se intenta evitar: el dolor y sufrimiento.
Considero menester contemplar al momento de abordar el tema de la muerte con los pequeños, tener presente que este también es un asunto de la infancia pues los niños son curiosos y la muerte es un misterio. Es decir, el niño en cualquier momento ha convivido con ella, sin comprenderla; la percibe, registra, juega y piensa, y cuando lo intentan hablar, se encuentran con un obstáculo, los adultos. Son ellos a quienes no les gusta conversar sobre este tema, quizás por todo aquello que se ha aprendido de la familia, sociedad y cultura; se les complica, muchas veces por la dificultad de comprender este proceso final de la vida, tal vez por la complejidad de explicarla y aceptarla como un evento natural, posiblemente por eso se prefiere evadirla quitándole la oportunidad a los pequeños de comprenderla.
Es más fácil charlar sobre la vida y de sus eventos, como la importancia de cuidar la salud, cuidado estético del cuerpo, la fortaleza de la juventud, los éxitos, la alegría, la paz, etcétera. Sin embargo, en la vida todo es un círculo, como lo expresa la doctora Kübler, el día sigue la noche y la primavera al invierno. Es decir, la finitud llegará aunque no se espere; la muerte, es como la oscuridad. Mientras la luz existe vemos todas las cosas dentro de la iluminación, ya sean buenas o malas, agradables o desagradables; pero cuando existe la tiniebla, no vemos las cosas pero sabemos que siguen ahí.
La forma en que vive el niño el duelo dependerá de las conductas de los adultos vivientes cercanos. Es por eso que se debe primero, tener en claro la postura de una concepción conceptual filosófica o espiritual de la muerte.
La clave es no mentir, cuando los dolientes son cuestionados por los niños, creen que responder hará que el menor sufra aún más, ante la presión de no saber qué decir, se hace uso de la mentira como vía de escape. Si no se tiene una respuesta, se vale expresar aceptando que no se conoce tal, que también se siente confundido e intentar explicarla con claridad, honestidad, sin eufemismo y de forma parcial, tomando en cuenta la edad cronológica, intelectual y emocional del pequeño, pues hablar de la muerte no sólo se hace con palabras, sino por medio de otras herramientas como cuentos, dibujos, canciones, historias, etcétera.
Es recomendable que el proceso de duelo se viva junto a los demás adultos afectados; no esconder el dolor mostrará al niño que también el adulto es vulnerable y se vale compartir la tristeza. Conmemorar es también de mucha ayuda y muy saludable emocionalmente, permitir los pequeños rituales inventados por el mismo niño, favorecerá la sana elaboración de su duelo.
El niño debe saber que un día volverá a sentirse bien como antes, feliz, sociable, y que retornará su deseo de jugar y concentrarse en los deberes escolares y que esto no significa olvidar al ser que murió.
Cuando se les dice que tienen que ser fuertes y valientes, vale la pena aclararles que por sentir miedo no dejan de serlos ya, que los valientes también tienen temor sólo que saben qué hacer con eso, y atreverse a conversar sobre la muerte ayudará a descubrir qué hacer con lo que el tema provoca.
Tener en claro siempre que dejar afuera el tema de la muerte es no contemplar un pedazo de vida y vivir con plenitud es un derecho de todos.
- Kübler-Ross, E. (1985) Una luz que se apaga. Editorial Pax México.
- Montaño, Orozco, N y Aguilar Morales E. (2007) La muerte y los niños. Una guía para padres. México: Asociación Oaxaqueña de Psicología A.C.
1 Comment
Nancy González Bazán
Es muy importante trabajar el duelo con los niños ya que de verdad la percepción de ellos es muy diferente a la de un adulto, en mi práctica trabajo con niños y es de suma importancia el notar los signos y síntomas por qué en ese momento los demás no los notan por qué están encasillados en su dolor.